Aimée Mullins destaca en muchos campos, incluso algunos contrapuestos entre sí: como modelo, ha sido musa de Alexander McQueen y L’Oréal, además de aparecer en las portadas de revistas como Vogue, Harper’s Bazaar, Glamour y Elle. Como actriz participa en la serie Stranger Things, pero también es una atleta paralímpica de primer nivel.
Aunque al año de edad le fueron amputadas las dos piernas a nivel de la pantorrilla por una malformación, ha impuesto récords en 100 y 200 metros planos, además de salto de longitud. También fue pionera en el uso de prótesis de fibra de carbón, mismas que hoy son el estándar a nivel internacional en competencias paralímpicas. Colabora de cerca con la Women’s Sport Foundation, organismo que presidió de 2007 a 2009 y que fundó la tenista Billie Jean King. Su charla TED “Doce pares de piernas” cuenta más de tres millones de vistas.
El nombre de Aimée Mullins no pasaría de ser una curiosidad para algunos o una inspiración vital para otros, pero acaba de subrayar un tema inquietante: la realidad de que las prótesis médicas ya no se conciben solamente para paliar una discapacidad o resolver una carencia. Ahora se habla de prótesis biónicas capaces de trascender el potencial del cuerpo, hasta llevarlo a otro nivel. Sí: hoy está abierta la posibilidad de crear humanos aumentados, seres biónicos parecidos a superhéroes.
En este punto ya se roza el territorio del bodyhacking, es decir, la corriente que defiende la opción de que una persona aumente artificialmente sus capacidades corporales. Es el caso de Neil Harbisson, artista británico reconocido como el primer cyborg, es decir, resultado de la unión entre cibernética y organismo. “Yo no uso tecnología. Soy tecnología”, dice. Para ello se implantó en la cabeza una antena que le permite “oír” los colores y percibir tonalidades como los rayos infrarrojos o los ultravioleta, e incluso colores del espacio.
Volviendo a Mullins, fue una de las participantes en el muy reciente Festival South by Southwest, en Texas, junto con otros célebres usadores de prótesis, como Hugh Herr, con quien aparece en la foto anterior, para la portada de la revista Wired. En su participación conjunta señalaron algo que quizá no hemos pensado: los cyborgs ya viven, de hecho, entre nosotros. Ellos son algunos de los que pueblan el mundo, mientras algunos otros marcharon en estos mismos días en el Cyborg Pride, desfile que buscó visibilizar el tema de los asuntos legales que plantea el hecho de que una persona esté constituida por partes tecnológicas. “Derechos iguales para los mutantes” y “Todas las partes de mi cuerpo son mías” fueron algunas de sus consignas.
Y el humor tiene su rol en todo esto: Mullins ha convertido en arte algunas de sus muchas prótesis. Se trata de piernas que no pretenden “parecer” humanas, sino que se ven claramente hechas de madera, de tierra (con plantas incluidas) y de plástico transparente, entre otras. “Incluso puedo cambiar mi estatura, porque tengo piernas con cuatro distintas alturas”, se divierte en su plática en TED.
Una de las asistentes al SXSW resumió en un tuit el tono del evento: “Tener todos los miembros orgánicos es como tener un celular de antigua generación. En el futuro todos seremos biónicos, superhumanos”.
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