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Hace algunos años, no muchos quisiera pensar, cuando todavía era una adolescente, mi madre solía cuestionarme por el hecho de hacer lo que mis amigos me decían, la pregunta con algunas variaciones era:   ¿Sí tus amigos se aventarán de un puente o precipicio tú también lo harías? Para lo cual la consabida y más adecuada respuesta era no, sin embargo, a lo largo de los años he logrado entender con mayor profundidad los elevados niveles de persuasión que se derivan de la amistad.

En los años recientes, no solo como lo apunta Rusell H. Granger en su libro “Los siete detonadores de la persuasión”, la amistad se ha consolidado como la mejor herramienta para persuadir, pues cuando un amigo o amiga comunica, pide o critica algo, tiene una influencia mucho mayor en el sujeto, a diferencia de si lo hiciera algún extraño sin influencia alguna.

No en balde aceptas en redes sociales a los amigos de tus amigos o incluso puedes emprender aventuras y negocios por el simple hecho de que un amigo te lo proponga.

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Con un amigo generalmente sientes confianza, creas lazos, cuentas con intereses similares, te sientes escuchado, intercambias información privada o muy personal e incluso en ocasiones lo llegas a imitar. La cuestión es que en ese proceso tomas decisiones basadas en la emoción y no en la razón.

 

Por qué hablar de esto y qué relación tiene con el marketing político o con la comunicación actual, pues a que muchas de las campañas actuales están enfocadas en promover y posicionar de alguna u otra forma a candidatos como amigos de los electores, o al menos como sujetos muy cercanos; pero como bien reza el titular de un medio de comunicación local , “Los candidatos son amigos, ya elegidos ni se acuerdan”; lo que nos lleva a reflexionar sobre la importancia del valor ético de los mensajes que como consultores, candidatos, asesores, medios de comunicación y promotores del voto, transmitimos en procesos en los que se verá de alguna forma empeñado el futuro de las personas. Si queremos construir una nación mucho más segura, próspera, justa y equitativa para todos, deberemos de ser más responsables en los mecanismos que utilizaremos para influir en los demás.

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