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Literalmente, en la cartera llevo buena parte de mi mundo: además de efectivo, cargo tarjetas de crédito bancarias y de alguna tienda departamental, licencia de manejo, identificaciones, credencial para entrar al estudio de yoga y otra para obtener descuentos en mi librería favorita. ¿Y si me la roban? Ahí se va también mi vida (o casi). No creo que en Australia haya muchos asaltos a mano armada, pero diez voluntarios de la isla se sumaron a fines del año pasado a la nueva ola tecnológica, que en el futuro cercano podría volver prescindibles las carteras y hasta los llaveros: les implantaron un chip subcutáneo del tamaño de un grano de arroz.

 

Según informa la agencia AFP (Associated France Press), se trata de un llavero digital sofisticado que funciona a partir del sistema NFC (Near-Field-Communication), lo cual podría traducirse al español como Comunicación de Campo Cercano. Consta de un dispositivo que envía información de manera inalámbrica a un lector, pero solamente se activa si este se encuentra a unos cuatro centímetros de distancia o menos. El minidispositivo se implanta en la mano, en la carnosidad entre el pulgar y el índice. Una vez hecha la debida programación, al pasar la mano sobre un lector el usuario puede hacer pagos a crédito, acceder al gimnasio, abrir cerraduras de autos o inmuebles y hasta comprar boletos de tren, con lo cual evita cargar tarjetas, llaves y efectivo. Pronto podría también reemplazar el pasaporte o el historial médico de la persona.

Hace unos años, una empresa sueca dio a sus empleados la opción de insertarles un chip para acceder al edificio, entrar a distintas áreas autorizadas o usar la fotocopiadora, en lugar de cargar un latoso gafete. Y hace menos un año, una pequeña empresa de medios de Wisconsin, Estados Unidos, también se puso moderna: ofreció a sus empleados la alternativa de ponerse el implante como identificación para distintos usos en la oficina. De los 80 empleados, 50 dijeron “sí, quiero”.

Algunos cristianos fundamentalistas han reaccionado muy mal al asunto, porque asocian el dispositivo con la “marca de la Bestia” de la que habla el Apocalipsis. En el capítulo 13 versículo 16, refiriéndose al Anticristo, el pasaje bíblico dice que hará “que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos se les [ponga] una marca en la mano derecha o en la frente […]”. Y en otro sentido, pero también hablando de ponerle imaginación al tema, resulta que quien fabrica los chips es la compañía sueca Biohax International, cuyo fundador dijo haberse inspirado en la película Fugitivo del futuro (Johnny Mnemonic es el título original en inglés), de 1995. En ella, Keanu Reeves interpreta a un tipo que almacena información en un implante. Es interesante cómo nos gusta imaginar el futuro.

Como en todo, la historia no es completamente rosa. Llevar información confidencial bajo la piel significa que las empresas asociadas a esas cuentas (el banco, la tienda, el club) podrían tener información permanente y valiosa de dónde estás, cuánto tiempo te tardas en una comida o qué tan frecuentemente haces el amor. Además, claro, si un día decides que ya no quieres tener cuenta con ese banco, puede resultar mucho más difícil “darte de baja” que simplemente hacer una llamada de cancelación o dejar de usar equis tarjeta. ¿Y los hackers? Si han podido violar los códigos de seguridad de enormes empresas es más que probable que puedan también descifrar los de NFC.

Todo esto sigue en fase experimental, así que mientras tanto seguiré perdiendo las llaves a diario y odiando las muchas credenciales que debo cargar.

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