
La adopción de la IA a su aplicación inteligente
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diciembre 16, 2025Navidad a solas… acompañados por una inteligencia artificial
Por Ricardo Bolaños
La Navidad siempre ha sido un espejo incómodo.
Refleja lo que somos, pero sobre todo lo que nos falta.
Me propuse reflexionar sobre cuantas personas que solían pasar la navidad solos y/o con sus mascotas ahora lo harán teniendo como protagonista una IA. Y hacer reflexiones al respecto para escribir un artículo. No encontré ningún estudio, ni paper que me diera números, abajo amplio más sobre que no hay estudios que digan explícitamente: “el % de personas pasará la Navidad solo con una IA”, aun así, adelanto un disclaimer…
Y hay señales suficientes para tomarse la pregunta en serio.
Disclaimer: Se sugiere que entre 2% y 8% de las personas que pasan la Navidad solas podrían hacerlo
acompañadas principalmente por una inteligencia artificial.
Cuando el ruido baja, cuando el calendario se detiene y las pantallas se llenan de cenas familiares ajenas, emergen silencios que no siempre sabemos nombrar: ausencias, pérdidas, distancias no resueltas, vínculos descuidados, decisiones postergadas. No siempre es tristeza; a veces es cansancio emocional. A veces es carácter. A veces es la preferencia consciente por la soledad. Otras, la consecuencia de no haberla sabido evitar.
En ese contexto aparece una opción nueva, silenciosa y aparentemente inofensiva: no pasar la Navidad con nadie… sino con algo.
- Una inteligencia artificial.
- Un avatar.
- Un chatbot que responde, escucha, no juzga y nunca se va.
No llega como sustituto explícito de la familia o los amigos. Llega como alivio. Como acompañamiento “temporal”. Como conversación sin fricción. Y ahí está el punto crítico: la IA no irrumpe, se desliza. Se cuela por grietas emocionales que muchas veces no percibimos conscientemente.
La trampa no es tecnológica, es humana

No es que la inteligencia artificial “reemplace” relaciones humanas.
Es que encaja perfectamente cuando las relaciones humanas están debilitadas.
Factores psicológicos y sociales convergen:
- Duelo no resuelto.
- Ausencias normalizadas.
- Descuido emocional propio y ajeno.
- Personalidades introspectivas o antisociales.
- Preferencia por la predictibilidad frente al riesgo emocional.
- Cansancio de explicar quiénes somos.
La IA no exige carácter, ni paciencia, ni negociación emocional.
No confronta. No se decepciona. No abandona.
Y precisamente por eso, no forma, no confronta y no construye.
Aquí hay una verdad incómoda: muchas personas no eligen a la IA; la aceptan porque nadie más está ahí. Y cuando la Navidad amplifica la sensación de “quedar fuera”, la conversación con una máquina puede sentirse mejor que el silencio absoluto.
¿Estoy exagerando?

No hay estudios que digan explícitamente: “X % de personas pasará la Navidad solo con una IA”.
Pero sí hay señales suficientes para tomarse la pregunta en serio.
No estamos frente a un fenómeno masivo todavía, pero sí ante un patrón emergente. Uno que mezcla soledad estructural, adopción tecnológica acelerada y una redefinición silenciosa de lo que entendemos por compañía.
- La IA no crea la soledad.
- La administra.
Y eso, filosóficamente, es más delicado.
Indicadores útiles para una estimación aproximada (no empírica, pero razonada)

Para darle sustento al tema, estos son los indicadores que permiten construir una estimación indirecta:
- Personas que pasan la Navidad solas.
Una proporción relevante de adultos pasa las fiestas sin compañía humana significativa (por viudez, migración, ruptura, distancia familiar o elección personal).
- Soledad emocional significativa en ese grupo.
De ese universo, se estima que 10–15% experimenta soledad emocional intensa durante estas fechas.
- Uso de IA como apoyo emocional.
Estudios y encuestas muestran que entre 20–35% de personas en contextos de soledad recurren a chatbots o IA para conversar, desahogarse o sentirse acompañados.
- IA como compañía principal en momentos clave.
De quienes usan IA con fines emocionales, entre 10–30% podría considerarla su compañía principal en momentos simbólicos (como Navidad).
Resultado estimado (no oficial):
Esto sugiere que entre 2% y 8% de las personas que pasan la Navidad solas podrían hacerlo acompañadas principalmente por una inteligencia artificial, al menos durante una parte significativa de la celebración.
Reitero: no es un dato publicado, es una inferencia basada en patrones observados. Pero es suficiente para encender una conversación seria.
Lo que realmente está en juego

La pregunta no es si la IA puede acompañar. Puede. Y cada vez lo hará mejor.
La pregunta es: ¿qué perdemos cuando dejamos de ejercitar el vínculo humano?
Las relaciones interpersonales —familia, amigos, pareja— no son eficientes, ni cómodas, ni predecibles.
- Son fricción.
- Son error.
- Son paciencia.
- Son carácter.
Pero también son el único espacio donde aprendemos a:
- Escuchar sin guion
- Tolerar la diferencia
- Reparar lo roto
- Construir sentido compartido
Una IA puede simular presencia.

Pero no puede devolvernos la experiencia de ser necesarios para otro ser humano.
Como especie, no fuimos diseñados para no incomodar, sino para relacionarnos. Y cada vez que elegimos evitar ese esfuerzo, algo se atrofia lentamente: el músculo del encuentro. (En otra ocasión profundizare mas sobre esto, es inquietante).
Tal vez esta Navidad no se trate de demonizar la tecnología, sino de preguntarnos qué vacíos estamos dejando crecer.
Porque cuando una máquina se vuelve suficiente, no es porque sea extraordinaria…
es porque algo profundamente humano dejó de estar disponible.
Y eso sí debería inquietarnos.


