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Un grupo de investigadores lleva más de cinco años trabajando en la Universidad Estatal de Carolina del Norte, en Estados Unidos, donde han desarrollado cucarachas ciborg, una combinación entre organismo vivo y robot preparado para ayudar al personal de emergencia a encontrar supervivientes tras un desastre.

El dispositivo está equipado con micrófonos de alta resolución para detectar sonidos que puedan resultar importantes y localizar su origen. Para mejorar su potencial, los investigadores estudian ahora controlar la tecnológica del ciborg mediante drones, capaces de acceder a lugares inaccesibles tras un terremoto u otro tipo de catástrofe en busca de supervivientes.

El profesor Alper Bozkurt y su equipo convirtieron a los invertebrados (cucarachas) en Biobots, la abreviatura de un robot biológico. Se trata de la primera fase de lo que podría considerarse un ciborg insecto, para lo cual implantaron a las cucarachas unos electrodos diminutos en las antenas y los cercos (órganos sensoriales situados en la parte trasera).

Según un artículo publicado en la revista online NewScientist, estos actúan como sensores, por lo que al estimularlos con pequeños impulsos eléctricos automatizados, creen que tienen un obstáculo que esquivar. Esto permite, por ejemplo, que si el insecto detecta un obstáculo a la derecha de la señal, se dirija hacia la izquierda y viceversa.

Las cucarachas son las exploradoras ideales ya que tienen la habilidad de escarbar en terrenos complicados. Sin embargo, necesitan coordinación, de ahí la importancia del dron. “Es como un líder que puede guiar al equipo para explorar un entorno grande”, menciona Edgar Lobatón, otro profesor miembro del equipo. El zumbido no guía a los insectos de forma individual, pero sí delimita una barrera invisible para que busquen dentro.

La red, formada entre 10 y 15 insectos, está equipada con unas mochilas, encajadas en unos imanes diminutos pegados al cuerpo con resina clínica, que contienen, entre otras cosas, el sistema de control remoto. Asimismo incluyen unos sensores que no sólo sirven para mantenerlos dentro del área de rescate, sino también para que permanezcan en una misma zona de alcance, de forma que se puedan utilizar como una red inalámbrica móvil fiable que transmita la información obtenida al dron.

“En un edificio derrumbado, el sonido es la mejor manera de encontrar supervivientes”, asegura Bozkurt. Por eso, es fundamental el uso de micrófonos. La mayoría puede aguzar el oído utilizando micrófonos direccionales de baja resolución, para concentrarse en los sonidos que las rodean.

Cuando una de ellas se dirige hacia la fuente del sonido, su mochila avisa a las demás para que la sigan. Sólo unas privilegiadas llevan un micrófono de mayor resolución que les permite, una vez se concentran todas, identificar la fuente y dirigirlas hasta su ubicación.

A estos sensores básicos se pueden añadir otros dependiendo del tipo de escena del desastre que los BioBots estén explorando. De esta manera los sensores infrarrojos son útiles para encontrar cuerpos calientes, los de propano para saber si hay fugas de gas o los contadores Geiger para medir radiactividad, por ejemplo en caso de fugas en centrales nucleares. También podría ser útil incorporarles una cámara para registrar imágenes de la zona rastreada.

Hasta ahora sólo se han llevado a cabo simulaciones con los ciborg en laboratorio, pero están previstas las primeras pruebas reales durante los dos próximos meses. Incluso están considerando utilizar drones para lanzar los insectos desde el aire directamente, en la zona del desastre o donde sea necesario.

Fuente: invdes.com.mx00

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