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El panorama global generado por la crisis sanitaria de COVID-19 está reconfigurando las reglas de juego en el mundo laboral. En este contexto no sólo hubo un incremento en el nivel de desempleo, sino que muchos trabajadores y estudiantes corren el riesgo de quedarse atrás, especialmente aquellos sin alfabetización digital ni acceso a oportunidades de formación y actualización.

Para una mayor inclusión en el mercado de trabajo, es urgente que gobiernos y empresas diseñen estrategias que equipen a las personas con las habilidades necesarias para abrirse camino ante la “nueva normalidad”.

El COVID-19 ha incrementado significativamente la interacción en entornos virtuales, tanto en el ámbito personal como en el trabajo y el aprendizaje. La migración a lo virtual se manifestó en los hábitos cotidianos, en la educación a distancia y el home office. Muchas empresas digitalizaron sus procesos a través de proveedores de hosting en México y brindaron la posibilidad de trabajo remoto para sus empleados. Sin embargo, en muchos casos la falta de capacitación del personal ha traído dificultades y pone en riesgo su permanencia o reinserción laboral en el mundo post-pandemia.

Según el estudio Desarrollo de habilidades para el mercado laboral en el contexto de COVID-19, desarrollado por el BID, el contexto actual potenció la necesidad de que personas de todos los grupos de edad se capaciten para mejorar su empleabilidad. Se trata de adquirir habilidades tecnológicas trasversales que son cada vez más necesarias para conseguir trabajo o iniciar un emprendimiento propio.

Ante esto, el Banco Interamericano de Desarrollo advierte la importancia de que en Latinoamérica se coordinen políticas de desarrollo productivo con acciones de formación, que mantengan el foco en la equidad y la inclusión atendiendo las necesidades de los grupos vulnerables, para disminuir la brecha digital.

Una medida recomendable es la implementación de “píldoras de aprendizaje”: módulos rápidos, cortos y simples que capaciten en las llamadas competencias de empleabilidad, centradas en la alfabetización digital y la inteligencia socioemocional (resolución de conflictos, manejo de emociones y comunicación).

Otra problemática muy presente en la región es la dificultad en el acceso a Internet en las zonas rurales. Allí se requieren medidas creativas para acercar la banda ancha y la formación a sus habitantes, por lo que varias instituciones y gobiernos trabajan en medidas para reducir esta brecha.

Según la OIT, una cuestión que atenta contra la igualdad de género en el mundo laboral es la baja participación de las mujeres en carreras con perspectivas favorables (35%), específicamente de la rama de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas. Esto supondría un problema en la medida en que los empleos de los próximos diez años van a estar en su mayoría relacionados con el área digital.

Incluso la red profesional LinkedIn, en su informe sobre Empleos Emergentes 2020, insiste  en la elevada demanda de habilidades relacionadas con ciberseguridad, automatización de procesos y gestión digital de datos. Ante esto, especialistas recomiendan fomentar la vocación por estudiar tecnología, despertar el interés en niños y jóvenes, incrementar la presencia de las mujeres en esta área y que la capacitación digital sea transversal a los programas de estudio de cualquier titulación.

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