Compartir

2121

Hoy, sin duda todos los días vemos las consecuencias de la crisis en nuestro oficio de comunicar, la cual se ve reflejada en una evidente ausencia de valores en el proceso comunicativo en los diferentes ámbitos del ser humano.

Muestra de ello es que cada vez más organizaciones y personas comunican o, en realidad, buscan influir no necesariamente de forma positiva en las emociones de los otros, ya sea para que compren compulsivamente; para que trabajen más, aún a costa de su salud; para que deseen lo que incluso va en contra de sus principios; para que confíen en personas o partidos que mienten con impunidad; para dar a conocer productos que pueden dañar la salud, o tan sólo para construir una reputación que no necesariamente es merecida. De hecho, podría enumerar una larga lista de ejemplos que no serían nada agradables para muchos

Si bien es cierto que hoy contamos con un sinnúmero de valiosos medios y herramientas para comunicar, como el mail, los smartphones, las  tabletas, las redes sociales, el neuromarketing y la comunicación 2.0 por mencionar algunas opciones de medios y herramientas  alternativos; no pareciera que le estemos dando un uso, ya no diría responsable, ni siquiera racional.

De hecho, hoy utilizamos los mecanismos de comunicación de una forma atractiva para todos los sentidos del ser humano: videos que cuentan atractivas historias, llamativos webs que buscan sumar likes o menciones en las redes sociales, ingeniosos mensajes de 140 palabras, productos colocados estratégicamente para atraer a todos los incautos, uso de imágenes y mensajes impúdicos que hace poco resultaban escandalosos, hasta tiendas de ropa que atraen a compradores a través del olfato con deliciosos olores. Sin embargo, la comunicación dejó de ser un vehículo para mejorar las relaciones humanas, al convertirse en la mejor arma para manipular y presionar a los demás.

Cada día, los diferentes medios reportan con furor actos de corrupción, narco-noticias, violencia desgarradora y escándalos de todo tipo que muestran la realidad en que vivimos.  Aunque es un hecho que esa es una de sus principales funciones, hay efectos que vale la pena analizar. ¿Qué nos gustaría que se dijera de nosotros en el futuro?

Evidentemente, reconstruir los valores en todos los espacios de la comunicación no significa ocultar la realidad; significa, en cambio, mayor responsabilidad. Una sociedad se reconoce por sus manifestaciones; por los fenómenos que en ella suceden. Comunicar es un arte que se construye no solo con palabras e imágenes, pues antes que marcas o anuncios, somos el resultado de todo lo que estamos produciendo, y por tanto no podemos ser irresponsables.

Como sujetos creadores de la comunicación humana, pero sobre todo como responsables de la comunicación masiva, estamos obligados a plantearnos una renovación en nuestro oficio de una forma mucho más ética, creativa, formativa y enfocada en la construcción de una mejor sociedad.

Mientras haya seres humanos, habrá comunicación. Mientras haya comunicación, se construirán las sociedades. Mientras haya sociedades, habrá historia. Lo más relevante de todo,  es que busquemos trabajar en conjunto para  trascender con una comunicación responsable,  de valor y con valores.

 

Compartir