Por Óscar García*
El pasado viernes, la Península de Yucatán se detuvo. Más de 2.2 millones de usuarios en Yucatán, Campeche y Quintana Roo vivieron un apagón masivo que, aunque ya se ha resuelto, reiteró que la red eléctrica de México es vulnerable y su estabilidad no puede darse por sentada.
De acuerdo con la presidenta Claudia Sheinbaum y la Secretaría de Energía, la causa fue una falla en una línea de transmisión, que se produjo durante trabajos de mantenimiento. Este incidente no es un hecho aislado, sino un síntoma de un problema estructural que requiere soluciones urgentes y estratégicas.
A menudo, la conversación sobre la estabilidad de la red se centra únicamente en la generación: la cantidad de energía disponible. Sin embargo, lo que demostró el apagón en la Península de Yucatán es que la resiliencia de un sistema eléctrico no es solo una cuestión de volumen, sino de calidad y capacidad de respuesta.
Las empresas que operan en México ya han aprendido esta lección de la manera más difícil. Han visto cómo las fluctuaciones de voltaje y los microcortes pueden dañar su maquinaria, interrumpir la producción y generar pérdidas millonarias. Para estos negocios, la continuidad operativa no es un lujo, es una necesidad.
Aquí es donde el almacenamiento de energía deja de ser solo una idea y se convierte en una solución. No se trata solo de un “Plan B” para cuando la red falle, sino de una herramienta estratégica que puede estar en operación durante todo el año. Un sistema de almacenamiento de energía en baterías (BESS) puede actuar como un estabilizador que protege la operación de la empresa de las vulnerabilidades de la red.
Para operar, los sistemas BESS se conectan en sitio a la infraestructura eléctrica del cliente, generalmente en su subestación, y a través de ella, a la red de la CFE. Una vez instalados, pueden recargarse en horarios de menor costo o con energía renovable generada en el propio sitio. Posteriormente, liberan la electricidad almacenada en horario punta, lo que permite rasurar picos de demanda (peak shaving), desplazar carga (load shifting) y mejorar la calidad de la energía. Esta estrategia permite acceder a un costo por kWh más competitivo y predecible, de acuerdo con el contrato y el perfil de consumo.
Un sistema BESS entra en operación en solo 200 milisegundos al detectar una interrupción o fluctuación en el suministro eléctrico. Esta velocidad de respuesta es suficiente para proteger la maquinaria y los procesos industriales de los daños causados por los apagones.
Así, las BESS se convierten en un aliado estratégico para las empresas, ya que no solo aseguran continuidad operativa, sino que también las protegen contra las pérdidas multimillonarias que pueden generar los cortes de energía.
En semanas recientes, Energía Real, Grupo Lomas y Kiin Energy presentaron un proyecto energético de 230 millones de pesos para la instalación de paneles solares y baterías inteligentes en oficinas y hoteles en la Riviera Maya. Esta solución, además de optimizar la gestión de la demanda, impulsa la resiliencia energética en el Caribe Mexicano.
El apagón en la Península de Yucatán, resultado de una falla en una línea de transmisión, pone de manifiesto una vulnerabilidad sistémica en nuestra red eléctrica que exige una respuesta estratégica, especialmente en un país que atrajo más de 34,000 millones de dólares en Inversión Extranjera Directa (IED) al segundo trimestre de 2025, de acuerdo con la Secretaría de Economía[1].
*El autor es Head of Growth & Customer Success de Energía Real.