millennials
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Desde hace un par de semanas, los dispositivos móviles en México arden compartiendo fotografías, textos y videos contra el sistema político mexicano, luego de que el Gobierno liberara el precio de la gasolina provocando un grave daño a las finanzas de las familias.

Si la generación Millennial tenía razones para desconfiar de la clase política, ahora tienen argumentos para debatirla, los instrumentos para fiscalizar y el poder de cambiar de fondo el status quo.

Desde 1976, la historia económica de este país estuvo ligada a las crisis económicas provocadas por malas decisiones de los gobernantes en turno que provocaron el deterioro del nivel de vida de la población y alimentaron una desconfianza hacia el sistema político.

Esta vez no fue la excepción, en términos de percepción. Sin embargo el escenario es distinto.

Hoy en día, hay una ciudadanía conectada y formada que convive en un entorno plenamente digital y con una aproximación distinta a la política.  Se acabó la época en la que la autoridad tomaba decisiones sin rendir cuentas. Pero los actores políticos por el contrario, no lo han entendido y hoy están contra la pared.

Las redes sociales juegan ahora un papel fundamental dada su naturaleza dinámica y especialmente libre para impulsar el flujo de información sobre los grandes temas nacionales presentes en la conversación y de manera especial, con el poder de convocatoria que proporcionan las plataformas digitales para trasladar la protesta virtual a la manifestación física.

A diferencia de lo que ocurrió en las crisis de 1970, 1976, 1982, 1988, 1995 y 2009 hoy hay una generación que responde.

En el epicentro del caos, están los llamados millennials, una generación informada que cuestiona, exhibe, critica y sobre todo propone.

Lejos de ellos, el régimen parece pasmado y sin suficientes voces para defender los importantes argumentos ideológicos, económicos y políticos que están detrás de las medidas anunciadas.

Durante varios días el Gobierno de Enrique Peña Nieto dejó un enorme vacío que, como todo en la política, no sólo está siendo llenado por la propaganda de los actores políticos de oposición, sino que además deja el suficiente espacio para la difusión de argumentos dogmáticos, información sesgada y datos falsos e información más visceral que técnica.

Las plataformas digitales seguirán siendo la válvula de escape al desánimo de la generación de millennials hacia la política convencional,  por lo que la clase política debe de adaptar sus mensajes para una generación conectada con una nueva estructura de valores.

Pero quizá lo más importante es que desde ahora toda política pública deberá ser por consenso, entre actores políticos, actores económicos y la sociedad civil donde la ciudadanía digital jugará un papel clave para proponer, participar y fiscalizar todas las decisiones públicas.

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