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Por Daniela Menéndez, Country Manager, Palo Alto Networks México
Durante diciembre, el comercio electrónico se convierte en una columna vertebral de la economía mexicana: ofertas, envíos urgentes y una avalancha de transacciones digitales desde el celular o la laptop. Pero mientras las compras en línea se multiplican, también lo hacen los ataques. Investigaciones recientes de Unit 42, el equipo de inteligencia de amenazas de Palo Alto Networks, muestran que los ciberdelincuentes han perfeccionado campañas dirigidas a explotar tarjetas de regalo y credenciales en la nube, una combinación que afecta tanto a consumidores como a empresas mexicanas.
Una temporada alta también para el fraude
Las fiestas de fin de año son, desde hace tiempo, sinónimo de consumo masivo. La diferencia hoy es que buena parte de ese consumo ocurre en canales digitales: plataformas de comercio electrónico, aplicaciones de pago, tarjetas virtuales y programas de lealtad basados en puntos o tarjetas de regalo.
Según Unit 42, los atacantes aprovechan esta temporada para desplegar campañas altamente dirigidas. Una de las más recientes, denominada “Jingle Thief”, se centra en una debilidad específica: los sistemas de emisión de tarjetas de regalo. El objetivo es obtener tarjetas no autorizadas, monetizar rápidamente los fondos y revenderlos en mercados clandestinos antes de que las organizaciones afectadas detecten el fraude.
Lo relevante no es solo el tipo de producto, sino el enfoque. En lugar de depender únicamente de scripts automatizados o bots, las campañas combinan técnicas de phishing y smishing —engaños por correo electrónico o mensajes de texto— para robar credenciales legítimas. Con ellas, los delincuentes inician sesión directamente en los servicios de nube de la organización emisora y navegan por sus sistemas como si fueran usuarios autorizados, sin necesidad de desplegar malware tradicional.
El Global Incident Response Report 2025: Social Engineering Edition de Unit 42 muestra que, al aislar las intrusiones impulsadas por ingeniería social, el phishing está presente en el 65 % de los casos. En un entorno donde las compras en línea se disparan, la superficie de ataque crece en paralelo.
México: mucho comercio electrónico, mucha exposición
Aunque “Jingle Thief” nació como campaña global, sus implicaciones para México son evidentes. El país figura entre los más afectados por ransomware y fraude digital, y combina tres elementos que lo vuelven especialmente atractivo para los atacantes: un crecimiento sostenido del comercio electrónico, una adopción rápida de medios de pago digitales y una conciencia todavía limitada sobre ciberseguridad en consumidores y pequeñas empresas.
En 2024, México registró en promedio 3,124 ciberataques por semana, un incremento del 78 % frente al año anterior, según datos citados en el texto original de Hays. Al mismo tiempo, muchas empresas aún no han implementado autenticación multifactor ni cifrado robusto en sus procesos clave, y buena parte de los usuarios reutiliza contraseñas o comparte información sensible en redes públicas.
El resultado es un ecosistema donde el fraude puede propagarse rápidamente: una campaña de ingeniería social que compromete las credenciales de una organización emisora de tarjetas de regalo termina afectando a cadenas de retail, bancos, plataformas digitales y, en última instancia, a miles de consumidores que creen estar aprovechando una promoción legítima.
Así operan las campañas con tarjetas de regalo
Detrás de estas campañas hay una secuencia de pasos muy concreta:
- Selección de objetivos. Los ciberdelincuentes se enfocan en organizaciones que emiten tarjetas de regalo y que dependen intensamente de servicios en la nube para administrar inventarios, saldos y canjes.
- Robo de credenciales. Mediante correos o mensajes que imitan interfaces corporativas o de proveedores de nube, obtienen las credenciales de empleados con acceso a sistemas críticos.
- Acceso silencioso a la nube. Con las credenciales robadas, se autentican en los servicios legítimos sin desplegar código malicioso, lo que reduce las señales de alerta tradicionales.
- Emisión y monetización. Una vez dentro, generan tarjetas de regalo no autorizadas, transfieren saldos o manipulan carteras digitales; posteriormente convierten los fondos en efectivo o los revenden con descuento en mercados clandestinos.
- Borrado de huella. Aprovechan la complejidad de los entornos en la nube para ocultar rastros en logs dispersos o con alta rotación.
Este modelo es peligroso precisamente porque se apoya más en la ingeniería social y en la explotación de confianza que en vulnerabilidades técnicas evidentes.
Qué pueden hacer las empresas mexicanas
Ante este contexto, limitarse a medidas reactivas es insuficiente. Las organizaciones mexicanas —desde minoristas y bancos hasta plataformas digitales y fintech— necesitan asumir que cualquier credencial puede verse comprometida y que cualquier servicio expuesto a internet es un posible punto de entrada.
Un enfoque basado en el modelo de Confianza Cero (Zero Trust) se vuelve clave: no dar por segura ninguna conexión por defecto y verificar de manera continua cada acceso. En términos prácticos, esto implica:
- Implementar autenticación multifactor en todas las aplicaciones críticas, especialmente las que gestionan pagos, tarjetas de regalo y accesos a la nube.
- Segmentar redes y permisos para que la eventual intrusión en una cuenta no implique acceso a todo el entorno.
- Centralizar y correlacionar los registros de actividad (logs) de aplicaciones, nube y endpoints, para identificar comportamientos anómalos en tiempo real.
- Capacitar regularmente a los colaboradores en reconocimiento de intentos de phishing y smishing, con simulaciones y métricas de mejora.
La automatización y la inteligencia artificial ya están desempeñando un papel relevante. Plataformas de seguridad basadas en IA —como las que se mencionan en el texto original: Cortex Cloud 2.0 y Prisma AIRS 2.0— ilustran una tendencia global: usar modelos avanzados para anticipar riesgos, detectar patrones extraños en grandes volúmenes de datos y ejecutar respuestas automáticas cuando se identifican acciones potencialmente maliciosas.
Más allá del proveedor específico, el punto clave es que la velocidad y sofisticación de los ataques obligan a las empresas a ir más allá del monitoreo manual y a adoptar capacidades de detección y respuesta que operen a la escala y ritmo de la nube.
Consejos esenciales para consumidores en temporada de compras
El eslabón humano sigue siendo, muchas veces, el punto más vulnerable. Por ello, los usuarios también tienen un rol activo en la reducción de riesgos. Algunas recomendaciones básicas siguen siendo vigentes, pero cobran especial relevancia en estas fechas:
- Verificar la legitimidad de las plataformas. Revisar la URL, evitar enlaces recibidos por mensajes no solicitados y sospechar de ofertas que parezcan demasiado buenas.
- Proteger los datos en redes públicas. Evitar compras o transacciones sensibles cuando se está conectado a redes Wi-Fi abiertas o poco confiables.
- Gestionar bien las contraseñas. Utilizar claves robustas y únicas para cada servicio y apoyarse en gestores de contraseñas, en vez de reutilizar las mismas credenciales en múltiples sitios.
- Activar la autenticación multifactor siempre que sea posible. Este paso sencillo marca una diferencia significativa si las contraseñas se ven comprometidas.
En el caso de las tarjetas de regalo, conviene comprarlas solo en canales oficiales, desconfiar de descuentos excesivos en mercados secundarios y revisar los saldos con prontitud después de adquirirlas o recibirlas.
Prevención: de eslogan a práctica diaria
Las fiestas deberían ser un momento para celebrar, no para enfrentar pérdidas por fraude digital. Pero la realidad es que los ataques hoy ocurren en cuestión de segundos y atraviesan múltiples frentes: redes, nube, dispositivos y, sobre todo, el factor humano.
La investigación sobre “Jingle Thief” recuerda que la amenaza es global, pero la responsabilidad de protegernos empieza en cada decisión: en cómo diseñan su arquitectura de seguridad las empresas y en cómo gestionamos nuestras credenciales y hábitos digitales quienes compramos en línea.
Para México, donde el comercio electrónico seguirá creciendo y la sofisticación de los ataques no hará sino aumentar, la pregunta ya no es si habrá intentos de fraude durante la temporada navideña, sino qué tan preparados estamos —como organizaciones y como consumidores— para que no arruinen nuestras fiestas.


