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diciembre 7, 2025La desaparición del rastreo indiscriminado y el auge de la regulación no son el fin del marketing digital, sino su maduración forzosa. El reto para 2025 ya no es recolectar más datos, sino orquestar tres activos críticos: datos propios, inteligencia artificial y medición causal.
Durante casi dos décadas, la industria del marketing digital operó bajo una premisa tácita pero fundamentalmente frágil: internet era un vasto panel de vigilancia gratuito. Las cookies de terceros actuaron como los espías silenciosos que permitían a marcas, agencias y plataformas tecnológicas seguir a los usuarios de un sitio a otro, construyendo perfiles de comportamiento exhaustivos y atribuyendo ventas con una precisión casi quirúrgica —aunque, como hoy sabemos, a menudo ilusoria—.
Ese “imperio de la cookie” ha caído. No se derrumbó por un solo evento cataclísmico, sino por una erosión constante provocada por una tormenta perfecta: navegadores como Safari y Firefox cerrando el grifo del rastreo, Apple imponiendo su App Tracking Transparency (ATT), Google redefiniendo una y otra vez su Privacy Sandbox y, sobre todo, un tsunami regulatorio global que ha cambiado las reglas del juego para siempre.
Para los Directores de Marketing (CMO), Líderes de Datos (CDO) y CEOS en Latinoamérica, la ecuación ha cambiado radicalmente. El acceso a la vida digital del consumidor ya no es un derecho por defecto; es un privilegio que se debe ganar y gestionar con rigor forense. En 2025, la ventaja competitiva no reside en quién tiene más datos, sino en quién domina el nuevo nexo entre Inteligencia Artificial (IA) y Privacidad.
Este artículo explora cómo las organizaciones líderes están transitando de la vigilancia a la confianza, sustituyendo la dependencia de terceros por una arquitectura de datos propios y modelos predictivos que respetan, por diseño, la soberanía del usuario.
El ocaso del rastreo y el ascenso del usuario soberano
El contexto legal es el primer motor de este cambio tectónico. Si bien el Reglamento General de Protección de Datos (GDPR) en Europa sentó las bases, la onda expansiva ha llegado con fuerza a las Américas.
En Estados Unidos, la California Privacy Rights Act (CPRA) y, más crucialmente, las recientes regulaciones sobre Tecnología de Toma de Decisiones Automatizada (ADMT) han elevado el listón ético y legal: si un algoritmo de IA toma una decisión significativa sobre una persona (como denegar un crédito, filtrar una oferta de empleo o personalizar precios de seguros), el usuario tiene derecho a saberlo, a recibir una explicación sobre la lógica del sistema y a rechazar esa decisión (Opt-Out).
En América Latina, la convergencia normativa se acelera. Brasil, con su Ley General de Protección de Datos (LGPD), marca el ritmo de fiscalización en la región. México, por su parte, ha actualizado su marco federal reforzando la protección de datos como un derecho humano fundamental, otorgando mayores facultades al INAI para auditar no solo bases de datos, sino los algoritmos que las procesan. Las autoridades ya no buscan solo brechas de seguridad (hackeos); buscan opacidad en el tratamiento de la información.
“El marketing privacy-first ha dejado de ser una opción ética o un sello de calidad para convertirse en una necesidad operativa de supervivencia. La combinación de presión regulatoria y la expectativa de privacidad del usuario obliga a rediseñar la segmentación desde el consentimiento explícito”, advierte Tilman Harmeling, experto en privacidad en Usercentrics.
La fiebre del oro: Datos de Primera Parte y la “Economía del Intercambio”
Ante el bloqueo de datos externos, las marcas han iniciado una carrera frenética por los datos de primera parte (First-Party Data): información que el cliente entrega voluntariamente a cambio de valor. Pero aquí reside el primer error estratégico de muchas compañías: tratar de recolectar datos sin ofrecer nada a cambio.
El consumidor de 2025 es sofisticado. Sabe que su correo electrónico, su fecha de nacimiento y sus preferencias valen dinero. Por ello, la estrategia de datos debe nacer de una propuesta de valor. ¿Por qué alguien le daría su historial de piel a una marca de cosméticos? Solo si recibe a cambio un diagnóstico personalizado o acceso exclusivo. A esto se le suma el auge de los Zero-Party Data: datos que el usuario comparte proactivamente sobre sus intenciones (“quiero comprar una casa en 6 meses”), que son oro puro para la personalización.
La infraestructura: Del DMP al CDP
Para gestionar este activo, la tecnología ha tenido que evolucionar. Las viejas Data Management Platforms (DMP), diseñadas para ingerir cookies anónimas y comprar publicidad programática, están obsoletas. Su relevo es la Customer Data Platform (CDP).
Una CDP bien implementada ingiere datos de fuentes dispares —transacciones en tienda física, navegación en la app, interacciones en el call center— y las unifica en un “Golden Record” o perfil único del cliente persistente. Mientras la DMP trabajaba con audiencias prestadas, la CDP trabaja con identidades propias y conocidas.
Data Clean Rooms: Colaboración segura
¿Pero qué pasa cuando una marca de consumo masivo (CPG), como una cervecera o una marca de detergentes, no tiene venta directa al consumidor? Aquí entran en juego los Data Clean Rooms (DCR).
Un DCR es un entorno seguro y neutral donde dos compañías (ej. una marca de TV y un retailer) pueden cruzar sus datos de primera parte para encontrar coincidencias y medir efectividad sin que ninguna de las dos vea los datos crudos de la otra. Es la pieza tecnológica que está permitiendo el auge del Retail Media en la región.
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Caso Mercado Libre: A través de su ecosistema de Mercado Ads, utiliza entornos seguros para que las marcas segmenten basándose en intenciones de compra reales, no inferidas, respetando la privacidad del usuario.
El Copiloto Creativo: IA Generativa a escala
Si los datos de primera parte son el combustible refinado, la Inteligencia Artificial Generativa es el motor de alto rendimiento. La promesa histórica del marketing “1 a 1” (el segmento de uno) era imposible de operar manualmente debido a los costos de producción creativa. Hoy, la IA rompe esa barrera.
La IA generativa permite pasar de la segmentación estática a la personalización adaptativa:
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Producción masiva de variantes: Generar cientos de versiones de un copy, imagen o video adaptados a micro-segmentos o contextos específicos (clima, hora del día, lealtad del cliente), reduciendo el costo marginal de la creatividad a casi cero.
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Creatividad Aumentada: Marcas como Coca-Cola, con su campaña “Create Real Magic”, demostraron cómo abrir los activos de marca a la comunidad mediante modelos como DALL-E genera un engagement profundo y auténtico.
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Conversación vs. Navegación: En el sector educativo, Duolingo integró GPT-4 no para hacer marketing, sino para mejorar el producto (Explain my Answer), lo que a su vez dispara la retención y el valor de vida del cliente (LTV).

La trampa de las “Cajas Negras” (ADMT)
Sin embargo, la automatización conlleva un riesgo existencial: el sesgo. Las nuevas regulaciones sobre ADMT exigen transparencia. Si una aseguradora usa IA para personalizar precios y el algoritmo aprende (por correlaciones espurias) a cobrar más a personas de ciertos códigos postales con mayoría de población indígena o de bajos recursos, la empresa enfrenta no solo una crisis de reputación, sino sanciones legales por discriminación algorítmica.
El mandato para los directivos es claro: No implemente IA que no pueda explicar. La “explicabilidad” (XAI) es el nuevo estándar de compliance.
Medir sin invadir: El renacimiento de la ciencia estadística
Quizás el cambio más doloroso para los nativos digitales sea la pérdida de la atribución determinista de último clic. Sin cookies persistentes que sigan al usuario, las consolas de anuncios de Google y Meta ya no pueden ver el 100% de lo que ocurre tras el clic. La realidad se ha “pixelado”.
Para recuperar la visión, la industria está desempolvando métodos estadísticos robustos que no dependen de espiar al individuo, sino de analizar patrones agregados:
Marketing Mix Modeling (MMM) 2.0
El MMM no es nuevo (se usaba en los 80 para medir TV y Radio), pero la IA lo ha modernizado. Utiliza econometría para analizar series históricas de inversión, ventas y factores externos (inflación, clima, competencia).
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Ventaja: Es totalmente privacy-safe porque usa datos agregados, no personales.
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Uso: Ideal para decisiones estratégicas de asignación de presupuesto (Budget Allocation) a medio plazo.
Pruebas de Incrementalidad (Lift Studies)
Considerado el “estándar de oro” científico. Consiste en crear experimentos controlados donde un grupo ve la publicidad (Grupo Tratamiento) y otro idéntico no la ve (Grupo Control). La diferencia en ventas entre ambos es el verdadero valor (lift) generado por el marketing.
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Realidad: Muchas ventas atribuidas al “último clic” hubieran ocurrido de todos modos. La incrementalidad separa la correlación de la causalidad.
El futuro de la medición es la triangulación: usar Atribución (donde se pueda) para la táctica diaria, MMM para la estrategia trimestral e Incrementalidad para calibrar la veracidad de los otros dos modelos. El error más grave que puede cometer un líder de negocio hoy es ver la privacidad como un obstáculo legal que hay que “sortear”. La privacidad es un producto.
Empresas latinoamericanas como Nubank o Rappi no solo usan datos para vender; los usan para reducir la fricción en la vida del usuario. Cuando la IA se usa para pre-llenar un formulario complejo, para detectar un fraude antes de que ocurra o para sugerir un producto que realmente necesito en el momento justo, la “intrusión” se percibe como “servicio”.
El futuro del marketing pertenece a quienes logren orquestar estos tres activos: una infraestructura de Datos Propios sólida y consentida; una IA Gobernada que escale la empatía sin sesgos; y una Medición Causal que justifique la inversión con ciencia.


