Apps y servicios online almacenan información de las personas, incluso más allá de la vida. Por eso, Kaspersky recomienda a los usuarios heredar esos activos digitales o indicar qué hacer con su información para que ésta no quede en el ciberespacio como alma en pena.
26 de octubre de 2023
Yo, como uno de los ciudadanos digitales que pasa hasta 6 horas al día conectado en Instagram, Facebook, Twitter, YouTube o TikTok, nombro a la persona de mi mayor confianza como heredera de mi huella digital, es decir, de mi información personal recopilada por estas y otras apps, así como de todos mis activos digitales que hayan sido almacenados en Internet desde que me convertí en un usuario en línea, para su eliminación total.
Así podría iniciar el testamento digital de muchas personas si existiera una cultura de ciberseguridad enfocada en prevenir y proteger la información y privacidad, así como una concientización de que la digitalización toca todos los ámbitos de la vida, incluyendo la muerte. De acuerdo con un estudio de Kaspersky, el 31% de los usuarios en México señala que las aplicaciones y servicios online que utiliza saben todo sobre ellos: quiénes son, dónde están, cuáles son sus actividades diarias e intereses. Toda esta información personal que se almacena en línea permanece ahí, incluso después de que una persona muere.
El Día de Muertos, además de ser una ocasión especial para recordar a los seres queridos que han partido de este mundo, es un momento ideal para colocar una ofrenda a aquellos datos y activos digitales olvidados en el ciberespacio –porque nadie dispuso qué hacer con ellos– y deben ser recordados, no para que puedan regresar del inframundo, sino para protegerlos, ya que, aún después de la muerte, la vida digital es un objetivo de riesgos y ciberamenazas.
La filtración de datos personales y el robo de identidad, por ejemplo, seguirán más vivos que nunca. Esto por su rentabilidad para la ciberdelincuencia y el mercado negro de la web, pero también porque es más probable que las plataformas digitales abandonadas caigan en manos de criminales que no dudarán en explotarlas, ya que nadie se ocupa de protegerlas, ni de actualizar el software o sus parches de seguridad. Y aunque existen otras herramientas para almacenar información, como las memorias externas, su vida útil es de alrededor de cinco a 30 años; por lo que se necesita transferir los activos digitales a medios más modernos conforme la tecnología evoluciona.
En vida, el 35% de los mexicanos siente que no tiene el control sobre el destino de sus datos en línea (solicitudes de búsqueda, enlaces abiertos, mensajes y archivos enviados, etc.) y, con mayor razón, tras su muerte, este control sobre su información se vuelve nulo. Aunque se han identificado casos en los que familiares solicitan a empresas acceder a la información digital o cuentas de sus seres queridos para cancelarlas, las normas y políticas de protección de datos personales impiden a las compañías compartir esta información con terceros sin el permiso del propietario, por lo que ésta puede permanecer expuesta en el limbo.
Por su parte, en un intento por prevenir las ciberamenazas, algunas compañías tecnológicas han anunciado una serie de cambios en sus plataformas para eliminar cuentas inactivas, por ejemplo Google o X, entre las que se pueden encontrar perfiles que pertenecen a personas fallecidas. Aunque estas medidas ayudan a mantener cierta privacidad, las fotos de los usuarios pueden seguir apareciendo en buscadores, así como sus mensajes en chats privados. Además, ¿realmente querían que sus cuentas fueran eliminadas? Estas historias podrían tener un rumbo diferente si existiera un testamento digital.
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