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diciembre 8, 2025Marketing experiencial en clave mexicana: qué enseña “La Gran Elotiza” de GUM y Bombay
Pocas cosas son tan mexicanas como comer elotes y esquites en la calle. Pocas cosas son tan frustrantes, para quien usa brackets, como saber que cada bocado puede convertirse en una odisea de limpieza. GUM, marca especializada en cuidado bucal, y la agencia creativa independiente Bombay encontraron en esa tensión un terreno fértil para el marketing experiencial: “La Gran Elotiza”, una activación en el Parque de los Venados, en Ciudad de México, diseñada para que personas con brackets pudieran disfrutar antojitos sin miedo… y aprender, en el proceso, cómo cuidar mejor su boca.
Del dolor de fricción al insight: el punto de partida
El caso parte de un insight sencillo, pero potente: millones de mexicanos con aparatos de ortodoncia evitan ciertos alimentos —como elotes y esquites— por el miedo a que queden restos entre brackets, al esfuerzo de limpieza posterior o a una regañina del ortodoncista.
En lugar de hablar de cuidado bucal desde la lógica del “deber”, GUM decide entrar por el “placer”: identificar una de las renuncias más visibles de este segmento y convertirla en el centro de la experiencia. No es un descuento, ni una promoción en anaquel: es una invitación explícita a disfrutar de la comida que, en teoría, se debería evitar.
Para los equipos de marketing, el aprendizaje es claro: el experiential marketing funciona mejor cuando se ancla en una fricción real de la vida cotidiana, no en una idea abstracta de “engagement”.
La experiencia: comer elotes con brackets sin culpa
“La Gran Elotiza” se realizó en el Parque de los Venados, en la Ciudad de México, con un filtro muy específico de acceso: el único requisito para participar era usar brackets. El mensaje era directo: este evento es para quienes normalmente tienen que pensarlo dos veces antes de acercarse a un puesto de esquites.
Los asistentes pudieron probar versiones de esquites y elotes de propuestas culinarias reconocidas como Esquites Ruls y Esquites Durango, en un entorno controlado y pensado para el disfrute.
Más allá del guiño lúdico, la activación pone en el centro la idea de compatibilidad entre ortodoncia y gastronomía mexicana: no se trata de prohibir, sino de aprender a disfrutar con cuidado.
De la muestra a la prueba de producto y educación en vivo
Una de las fortalezas del caso es que no se queda en la degustación. Cada asistente recibió un kit con productos de la familia GUM después de pasar por una estación de demostración, donde especialistas en salud bucal compartieron consejos prácticos sobre limpieza y cuidado posterior a la comida.
El diseño de la experiencia sigue una secuencia clara:
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Atracción emocional. La promesa de comer elotes con brackets apela a una frustración concreta.
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Experiencia compartida. La dinámica grupal —ver a otras personas con brackets en la misma situación— genera identificación y sentido de comunidad.
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Educación práctica. La estación de demostración convierte la experiencia en una “clase” de higiene bucal aplicada a un contexto real, no teórico.
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Extensión de la experiencia. El kit de productos permite llevar la solución a casa, prolongando el impacto del evento más allá del parque.
Para las marcas de salud y cuidado personal, esto demuestra que la educación puede integrarse de manera orgánica en experiencias memorables, sin caer en charlas formales o materiales fríos.
Marketing experiencial bien entendido: más que un “evento bonito”
En palabras de Manuel Vega, director ejecutivo creativo de Bombay Mx/US, “esta activación es la prueba de que el marketing experiencial es y seguirá siendo importante para conectar a las personas con la esencia de las marcas: permitir que la gente viva la solución que GUM ofrece —disfrutar de la comida favorita sin miedo a la limpieza posterior— convierte a la marca en un aliado en su día a día”.
Desde la mirada de Neurona, hay varios principios de marketing experiencial bien ejecutados en este caso:
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Insight profundo, no genérico. No se apela a “disfrutar la vida” en abstracto, sino a un gesto hiperconcreto: comer elotes con brackets.
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Experiencia alineada al producto. La solución que se vive en el evento —poder comer y luego limpiar adecuadamente— es exactamente el beneficio que ofrecen los productos de GUM. No hay disonancia entre la activación y el portafolio.
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Contexto cultural relevante. Elegir elotes y esquites, y un parque icónico de la Ciudad de México, sitúa la marca dentro de un código emocional muy local.
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Memorabilidad y narrativa compartible. “Fui a una elotiza para personas con brackets” es, por sí mismo, un relato que la gente tiende a contar.
Lo que pueden aprender otras marcas
Más allá de la anécdota, el caso GUM–Bombay ofrece aprendizajes útiles para responsables de marketing, experiencia de cliente y desarrollo de marca:
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Ir del problema al formato, no al revés. No se trata de “hacer un evento” y luego buscarle sentido, sino de identificar primero una fricción real del consumidor y preguntarse qué tipo de experiencia la resuelve mejor.
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Diseñar experiencias completas, no solo degustaciones. El paso por la estación de demostración y el kit de cuidado bucal convierten una muestra en un mini viaje de aprendizaje que refuerza la propuesta de valor.
GUM y Bombay demuestran el pode…
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Tratar al especialista como parte de la marca. Incorporar profesionales que dan consejos prácticos posiciona a la marca no solo como proveedor de producto, sino como fuente de conocimiento.
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Medir más allá del “fue un éxito”. Aunque el comunicado no ofrece cifras, para lograr aprendizajes transferibles es clave que las marcas midan: asistencia efectiva, pruebas de producto, registros posteriores, menciones espontáneas en redes, intención de recomendación, etc.
Marketing experiencial en salud: riesgos, límites y oportunidades
Activaciones como “La Gran Elotiza” también plantean retos que los equipos deben considerar:
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Coordinación con profesionales de la salud. Para no caer en mensajes simplistas (“come sin límite, que luego limpias”), es importante que las recomendaciones estén alineadas con criterios odontológicos.
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Logística e higiene. Al trabajar con alimentos y salud bucal, la ejecución debe cuidar al máximo normas sanitarias y controles de calidad.
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Continuidad digital. El evento es un detonador; el verdadero impacto viene cuando se integra con contenidos, programas y recursos digitales que acompañen al usuario después de la experiencia.
Para un profesional de marketing, el valor del caso no está solo en la creatividad de una “elotiza para gente con brackets”, sino en todo lo que sugiere sobre cómo diseñar experiencias relevantes: ancladas en un insight genuino, alineadas al producto, sensibles al contexto cultural y aprovechables más allá de la foto del día.
En un entorno donde la atención es cada vez más fragmentada, casos como éste recuerdan que la conexión emocional más poderosa suele nacer de resolver —aunque sea por un momento— una incomodidad muy concreta de la vida cotidiana.


