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Rio 2016 llegó a su fin, el evento deportivo estuvo rodeado de polémica al ser realizado en un país que vive un periodo de descontento social. La inversión de 24.600 millones de dólares realizada para ser el anfitrión de la justa olímpica no es algo que pase desapercibida, si bien se puede pensar en una derrama económica importante y en mejoras en la movilidad de la ciudad, no fue bien vista por la población carioca.
Muchos trataron de sabotear la llegada de la llama olímpica a Rio sin lograrlo, pero el descontento social quizá viene desde el mundial Brasil 2014.
Entendámoslo de esta manera, siendo un país de gran tradición futbolística podían ser más tolerantes y calmar su malestar social si Brasil hubiera sido campeón del mundo. -¿Qué importa invertir millones de dólares? Tenemos la seguridad que seremos campeones del mundo- probablemente fue el pensar de muchos brasileños. De todos es conocido el resultado y la frustración de una nación entera.
En contraste, las olimpiadas de 2020 se llevaran acabo en Tokio, en un país “conservador” no tan fiestero como Brasil que de la clausura hizo del estadio Maracaná un anexo del Sambódromo da Marquês de Sapucaí. El video que presentaron para Tokio 2020 sorprendió a propios y extraños, una ciudad muy diferente a Rio, un país lleno de tradiciones que no podía dejar de lado a sus celebridades más icónicas, no me refiero a sus deportistas, ni al primer ministro (que también ha tenido sus malos momentos) sino a Los súper campeones, Pac Man, Hello Kitty, Doraemon y cómo cereza del pastel Súper Mario, con una presentación increíble del primer ministro vestido del icónico fontanero que es parte importante de la cultura japonesa y que es amado por millones alrededor del mundo. Y para cerrar su presentación repleta de coreografías muy alejadas de lo que se pensaría de Japón, un estallido de pirotecnia acompañado con el fondo musical que acompañaba cuando terminabas un nivel en el primer Super Mario Bros.

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Muchos de mis amigos, amantes del anime, mangas y la cultura japonesa no pudieron dejar de emocionarse. Es más, yo que no soy fan como lo soy de la música brasileña logró sacarme una enorme sonrisa por mi antigua afición a Nintendo y su juego icónico por excelencia, podría compararlo con la clausura de Beijing 2008 con la presencia de Jimmy Page acompañado de Leona Lewis tocando “Whole lotta Love” de Led Zeppelin que logró hacerme saltar del sillón desde que sonó el riff, o la clausura de Londres 2012 con Freddie Mercury volviendo a hacer cantar al estadio de Wembley emulando la forma en la que lo hizo en 1986.


La primera muestra de Tokio 2020 nos dejo impresionados. Pero seamos claros, ser anfitrión de estos eventos no es fácil ni barato y la mayoría de la infraestructura que se realiza a largo plazo terminan siendo elefantes blancos. En nuestro país tenemos claros ejemplos de ello, el velódromo olímpico que muchos podrían identificar cómo una estación del metro, el palacio de los deportes se convirtió un recinto de conciertos con una acústica horrible que han ido mejorando con los años y que resulta extraño que a Metallica le gustara para sacar su primer disco en vivo oficial grabado en sus presentaciones de 1993, el autódromo Hermanos Rodríguez que se convirtió en foro de conciertos y estadio de béisbol hasta que el año pasado volvió a recibir a la fórmula 1 después del veto impuesto por falta de seguridad y que con ese magno evento las zonas cercanas fueron rehabilitadas para dar una buena impresión al mundo, para después volver a padecer los estragos de nuestra insipiente urbanización. Una semana antes de que la bandera a cuadros ondeara la pista, las calles aledañas estaban deshechas, tuve mis dudas de que se terminara a tiempo, para mi sorpresa terminaron en tiempo y forma, Y dejó en claro que cuando se quiere quedar bien sé hace un esfuerzo extra.
Los eventos deportivos mundiales son una competencia para demostrar quienes están mejor preparados tanto en lo deportivo como en lo social y que cualquiera puede dar la sorpresa, que no existe rival débil en el ámbito deportivo. Hace cuatro años la selección olímpica de México le arrebato el oro a Brasil y si algo podemos aprender es que nada está escrito y qué podemos aprender de las derrotas. Japón ha sabido levantarse de una bomba atómica y del tsunami de 2011.
Sí, en Rio 2012 Brasil se llevó el oro olímpico en fútbol por primera vez en su historia, ganó la única presea que le faltaba y paso se desquito de su verdugo de 2014, Alemania. Con esta medalla saldó la deuda que tenía con su nación, con su tradición. Pero sobre todas las cosas… con Maracaná.

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