¿Cuanta paciencia tendrán los ciudadanos digitales quienes desde sus espacios virtuales contribuyeron a concretar transiciones políticas en una buena parte de nuestro país?
¿Los nuevos gobiernos estatales o municipales que por primera vez tendrán el poder en sus manos, estarán listos para responder a una ciudadanía empoderada que exige, critica y exhibe en tiempo real?
Garantizando cada vez más la libertad de expresión de toda la población usuaria de internet, las redes sociales serán el mecanismo auditor de una sociedad que hoy accede con relativa facilidad a cualquier información que convenga a sus intereses.
Para quienes prometen poner fin a la inseguridad, bastará con que uno de los millones de internautas ingrese a la página del Secretariado Ejecutivo de Seguridad para ir evaluando con cifras oficiales el cumplimiento de las promesas y publique la realidad de las cosas; si la promesa es de empleo, el INEGI como la fuente más acreditada, seria y confiable sobre estos temas, se encargará de monitorear las promesas hechas.
Si el agravio es una descarada corrupción, el INAI ya facilita conocer a detalle, cualquier gasto, ingreso, proveedor etc. de cualquier dependencia pública.
¿Que viene entonces para los próximos gobernantes ante una ciudadanía que se empoderó desde el espacio digital?
1. Mayor vigilancia social.- Servicios de comunicación más baratos, la expansión de los sitios públicos con internet, y una mayor uso de dispositivos móviles favorecerán el empoderamiento de la sociedad civil para expresar en las redes sociales e internet cualquier inconformidad, crítica, y exigencia.
2. Opinión Pública vs Reputación Digital. La opinión pública se genera hoy en las redes, en los buscadores de internet y en los contenidos que la gente comparte.
3. Golpeteo virtual inagotable. Las ridiculizaciones y ataques compartidas “a titulo personal” serán el principal insumo de golpeteo en la red y van a adquirir más potencial de viralizarse que una promoción convencional y es preciso contener y contraatacar.
4. Oposición en las redes. La falta de presupuesto para acceder a los medios impresos y electrónicos, obligará a la oposición a refugiarse en los medios sociales.
5. Pauta y más pauta. La inversión publicitaria de la oposición destinada a anti-campañas aumentará de manera exponencial.
6. “Its the security stupid”. Las cifras de seguridad seguirán siendo el insumo más utilizado para atacar al poder y viralizar desde cuentas personales cualquier propaganda oficial; cualquier suceso negativo será magnificado.
7. Crisis constantes. La mayor parte de los próximos funcionarios públicos carece del suficiente ‘fogueo en las redes’, por lo que serán susceptibles a sufrir ataques por sus orígenes, desempeño; y la práctica de la ‘sobrerreacción’ será muy frecuente entre la clase política.
8. Cuartos de Guerra virtuales. La necesidad de contar con una operación editorial central que genere contenidos homogéneos de debate, insumos de comunicación política, y proporcione servicio de reacción y contrainteligencia será de la mayor relevancia.
9. Más activos digitales. Hacer frente a estos escenarios exige una infraestructura digital eficiente y sofisticada, así como el capital humano adecuado que permitan acelerar el proceso de comunicación en contexto social dominado por el protagonismo de las tecnologías de información y comunicación.
10. Narrativa Transmedia. Quizá la parte más importante de todo: difundir contenidos estratégicos que agreguen valor a la reputación digital de los diferentes actores políticos, través de operaciones editoriales estructuradas listas para dispersarse en las diferentes plataformas digitales.