Por Alejandro Quirno Lavalle, co fundador y CFO de Menta
En Latinoamérica, los pagos digitales están avanzando de manera arrolladora: según PwC, las transacciones electrónicas crecerán un 82% entre 2020 y 2025, además que para 2030 los pagos electrónicos se triplicarán en todo mundo hasta superar las tres mil millones de operaciones. Sin embargo, hay un factor común que se repite y que les hace perder millones de dólares al año a las empresas: el uso del efectivo por parte de toda su cadena de distribución.
Por dar un ejemplo, una conocida marca de gaseosas, ¿cómo llega a su cliente final, en cada kiosco, en cada comercio, en cada punto de venta de Argentina, Colombia o México? A través de distribuidores y empresas de logística.
En esta cadena, la compañía pierde cuantiosas sumas de dinero por no tener digitalizado parte de su flujo de dinero. Y estas pérdidas no son menores y pueden llegar a representar hasta el 7% de la mercadería que se abona en efectivo, según registramos entre nuestros clientes en Latinoamérica que distribuyen sus productos en sus redes de comercios.
Entonces, ¿cuáles son los principales factores que influyen en estos gastos o pérdidas?:
– El transporte del dinero “cash” lleva a que las empresas en muchas ocasiones deban adquirir seguros o bien contratar servicios de transportes de valores.
– Los bancos, y esto sobre todo en países de alta inflación como en Argentina, cobran una comisión ante los depósitos de alto volumen, principalmente por el almacenamiento del dinero que cada vez ocupa más espacio, como también por el traslado y seguros de semejante cantidad de billetes, el fee de depósito del banco y el tiempo de gestión de conciliación del efectivo.
– La empresa factura los productos, mientras que el uso de efectivo en la cadena de distribución muchas veces sufre “micro robos”, que le hacen perder a la empresa visibilidad acerca de sus propias pérdidas.
La digitalización del punto de venta no solo permite a las empresas disminuir más del 50% las pérdidas que le genera el uso del efectivo, sino que también le suma trazabilidad y visibilidad acerca del circuito de cada uno de sus productos a lo largo de toda la cadena productiva. Y no sólo se trata de frenar esta “sangría” que genera el “cash”, sino que además al otorgarle a su comercio una solución de pago, con un dispositivo SmartPOS, se potencian sus ventas. De hecho se espera que estas terminales crecerán globalmente de 13,7 millones en 2021 a 35 millones de unidades en 2026 (Juniper Research).
Desde el lado de los consumidores, la adopción de billeteras virtuales, tarjetas contactless o bien pagos por transferencias electrónicas, no para de crecer. Son justamente las cadenas de distribución y los puntos de venta los que aún no terminan de responder a este cambio de hábitos, generando un gran cuello de botella.
La inclusión financiera es aún un tema pendiente a resolver. Sin embargo, las empresas ya tienen a su alcance más y mejores herramientas tecnológicas para hacer más eficiente su operación de distribución, maximizar sus ganancias y dotar a sus puntos de venta las herramientas necesarias para adaptarse a los cobros digitales del presente y futuro.
Estamos a un solo paso de hacer posible que cualquier empresa pueda convertirse en una fintech.